Cuento B1

“De niños y ratoncitos” en La verdad sobre mis amigos imaginarios de Adriana Azucena Rodríguez, México: Terracota, 2008.

Observa

En la primera parte (párrafos 1, 2 y 3), la autora juega con las palabras, utilizando diminutivos y aumentativos para reflejar el universo infantil de su personaje.

Diminutivos:

bastón > bastoncito

diente  > dientecito

hermano > hermanito

pedazo > pedacito

Aumentativos:

pesos > pesotes

En cambio, en los párrafos 4 y 5, donde el cuento se vuelve mucho más oscuro, no aparece ninguna palabra de este tipo.

Palabras nuevas

agujero: abertura redondeada (fr.trou).

apilar: poner una cosa encima de otra haciendo pilas o montones.

chirrido: voz o sonido agudo y desagradable.

contiguo: que está muy cerca, a un lado.

espeluznante: que espanta o causa horror.

hervidero: multitud de personas o animales en movimiento, en agitación.

polvo: residuo que queda de cosas sólidas, moliéndolas hasta reducirlas a partes muy pequeñas.

pulverizar: reducir a polvo.

"yendo de un rincón a otro"

Yendo es el gerundio -irregular- del verbo ir

Los roedores iban de un lado a otro, se movían constantemente.

Recuerda: el gerundio es una forma verbal que describe de una acción en su trascurso, y se forma con las terminaciones -ando, -iendo.

De niños y ratoncitos

de Adriana Azucena Rodríguez

Araceli perdió su primer diente. Para consolarla, su mamá le dijo que guardara su dientecito bajo su almohada, pues un ratón vendría por él y que a cambio le dejaría una moneda de diez pesotes.

Araceli brinca de alegría, apenas puede esperar a que llegue la noche. Adelanta su hora de acostarse, no protesta porque apaguen la luz de la recámara que comparte con su hermanito. Por supuesto, deja el diente bajo su almohada, envuelto en un pedacito de papel de china.

No duerme, espera con los ojos bien abiertos la llegada del ratón. Este aparece, en efecto, en la madrugada, elegantemente vestido: lentes obscuros, camiseta de seda multicolor, bastoncito de oro con el que juega y hace acrobacias. Toma el diente, deja la moneda y se va muy contento.

La niña se levanta para seguirlo hasta el agujero del patio. La luna está en plenitud y Araceli puede ver todo lo que pasa en la madriguera: El ratón desenvuelve su diente nuevo, lo apila junto a un montón de dientes pequeños, dientes de leche, los cepilla y los quiebra uno a uno, y los pone en un molino, los pulveriza, guarda el polvo cuidadosamente en pequeñas, diminutas bolsas de plástico.

En el agujero contiguo, hay un hervidero de roedores yendo de un rincón a otro, cuidándose unos de otros, lanzándose chirridos espeluznantes. Algunos se dirigen al agujero del ratón elegante. Se dicen cosas en voz baja, intercambian bolsas por monedas u objetos. Luego, los ratones inhalan, se inyectan, fuman el polvo de dientes. Enloquecen, chirrían más espeluznantemente todavía. Se despedazan, se mueren.

Araceli comprende pronto y bien. Su hermanito cumplirá los siete en unos meses. La próxima vez, el ratón tendrá que dejar más de diez pesos.

“De niños y ratoncitos” en La verdad sobre mis amigos imaginarios de Adriana Azucena Rodríguez, México: Terracota, 2008.

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¿Qué te pareció este cuento? ¿En tu país hay alguna tradición relacionada con la caída de los dientes de leche?

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Laura

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